Porque caminar se hace aburrido cuando aprendes a volar...

Mis estrellas fugaces :)


“Nunca he sabido si es más duro no poseer jamás la gloria o haberla conocido por un momento y perderla después”. Cuando él se fue y el mundo dejo de ser un lugar seguro, maldije haberlo conocido, maldije sus brazos rodeándome sus ojos oscuros, sus labios suaves y sus tequieros que elevaban el mundo. Quise no haberlo conocido nunca para no conocer el dolor de la pérdida y no tener que echarlo de menos. Quise no haber vivido todo aquello para no desear salir de mi misma, buscar a alguien que cubriera todo ese dolor que me precipitaba hacia el lado insoportable de la vida. Si él no hubiera aparecido hubiese tenido una existencia apacible y aburrida, pero no tendría que apretar continuamente las manos contra el agujero de mi estómago, ese que cada vez es más profundo y más visible, el agujero de aquellos que siempre estarán incompletos.





Pero ahora, cuando el dolor se ha convertido en una segunda capa de mi piel y he aprendido a caminar con él a cuestas, puedo decir que me alegro de lo que viví. Ahora, por la noche, cuando me acuesto en la cama que tantas veces compartimos, cierro los ojos y busco su olor entre las sábanas, intento invocar su recuerdo para volver a sentir sus brazos rodeándome, sus ojos oscuros,  sus labios suaves y sus tequieros que elevaban el mundo. Entonces es cuando me siento orgullosa de haber amado de una manera tan brutal, porque la vida es así; tomará su propio impulso, girará sobre si misma, pondrá en nuestro camino a personas a las que querremos más que a nosotros mismos para luego arrebatárnoslas, irá arriba y abajo, y nos empujara a su capricho, hacía el paraíso o el abismo y, mientras tanto, hay que lograr que la intemperie nos haga temblar lo menos posible. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...